El documento más antiguo que se conserva de Càlig es del 1234, año en que Hugo de Fullalquer, maestro de la orden del Hospital, otorgó la carta puebla a Pere de Balaguer y a Bernat de Puig con el objetivo de poblar los sitios de Càlig y Alí, respectivamente. Asimismo, hay dispersos diversos vestigios que prueban que la zona estuvo poblada en épocas anteriores, como los poblados ibéricos de la Tossa, la Picossa o el situado en el monte de la Nau.
Con la llegada del nuevo milenio, Càlig se encuentra inmerso en una dinámica de cambios constantes y de expansión, que queda reflejado, sobre todo, en la transformación de campos de cultivo de secano en campos de naranjos, en la llegada de inmigrantes de diversas nacionalidades, la edificación de casas aisladas por todo el término municipal y en el aumento del núcleo urbano con la construcción de urbanizaciones.
Además de un rico y variado patrimonio histórico y cultural, el muncipio de Càlig atesora distintas tipologías de patrimonio natural. Destaca el Área de Oliveras Milenarias junto con diversas especies de árboles monumentales y peculiares, como por ejemplo el centenario olmo de la Ermita del Socors o algunos algarrobos de dimensiones destacables.
En el término municipal de Càlig podemos encontrar hasta un total de 53 oliveras monumentales, aunque hay una gran concentración de éstas en los alrededores de la ermita del Socorro, donde conviven con otros árboles centenarios: almeces, olmos, algarrobos,…
En el camino que va hasta la ermita del Socorro, justo enfrente del cementerio municipal encontramos una finca prinvada, en la que hay diversos ejemplares de oliveras milenarias. Son visitables y dos de ellas, las más monumentales, se encuentran señalizadas mediante unos paneles informativos financiados por la Mancomunidad Taula del Sénia y el Ayuntamiento de Càlig. Se trata de oliveras “Farga/Morruda”, de las cuales una supera los 6 m de perímetro de tronco a 1,30 m del suelo.
Por otra parte, debemos destacar las zonas más altas del término, que son la montaña de la Tossa y las rocas d’en Xiller, y zonas importantes como la sima de Epifanio y el barranco de Aiguaoliva conocidas por todos los calijenses.
Os inivtamos a conocer un valorado conjunto histórico, en el que podréis encontrar desde una Torre del siglo XIII, declarada Bién de Interés Cultural y siendo el elemento identificativo de la población, hasta interesantes construcciones de piedra en seco acompañadas de oliveras milenarias de gran interés cultural. Además del patrimonio históricoartístico, Càlig posee un rico patrimonio immaterial, compuesto por una variada gastronomia de la que destacan notablemente los dulces, tales como las "farinoses" o els "pastissets", entre muchos otros.
La Torre de Càlig es sin duda uno de los elementos patrimoniales más identificativos de la población. Su datación es inexacta, posiblemente fue construida en el siglo XIII. El primer documento que hace referencia a la Torre de Càlig es del 1.314, se trata del libro de la visita pastoral a la diócesis de Tortosa por parte del obispo Paholac en el cual aparece un dibujo haciendo referencia a una torre defensiva almenada y hecha de piedras de cantería.
El motivo de su construcción fue, seguramente, hacer las funciones de torre de vigilancia del castillo de Cervera del Maestre. Este uso defensivo que se hizo de la torre duró hasta la mitad del siglo XVI, cuando el año 1.540 el pueblo de Càlig se erigió como villa y la torre pasó a ser la sede de la Casa Capitular. En el siglo XVII fue restaurada, uno de los vestigios que nos han dejado constancia de esta restauración es la marca del 1.625 acompañada del escudo del pueblo, esculpida en la linda de una de las ventanas de la fachada principal. Un siglo más tarde se hizo una ampliación del edificio, construyendo un edificio anexo para situar las escaleras que darían acceso a las plantas superiores.
Levantada en el mismo lugar que ocupaba la antigua iglesia en el siglo XIII, fue ampliada entre 1622 y 1659, año en que se da relativamente por terminada, sin que se aprecien restos de la construcción primitiva, aunque la pila bautismal se traslada al siglo XV. Desde la construcción del nuevo templo, este se completa, poco a poco, con la colocación del retablo mayor el año 1666 (hoy desaparecido), la portalada barroca de la entrada principal el 1758 y el mural de la Virgen del Socorro el 1900, entre otras obras y objetos religiosos. Aunque, en la actualidad aún queda por terminar el campanario que da a la calle de san Vicente.
La magnífica construcción del edificio parroquial es consecuencia de la corriente renacentista que también impregnó otros pueblos de la comarca, el cual sabe combinar con armonía, pero al mismo tiempo austeridad, esta tendencia arquitectónica que mezcla pilastras con techos de bóvedas de crucería de estilo gótico, donde destaca la pintura que se conserva en la clave de bóveda del presbiterio.
La Feria de San Vicente y Dulces Tradicionales se celebra en Càlig desde el año 2.012. Se originó en 2.008 con la primera Feria de la Farinosa, ésta se celebró durante cuatro años, pasando a llamarse Feria de San Vicente y Dulces Tradicionales en 2.012.
El segundo lunes de pascua se celebra, en todos los pueblos de la Comunidad Valenciana, la festividad del patrón de todos los valencianos: San Vicente Ferrer. Los inicios de esta fiesta se remontan, posiblemente, al siglo XV.
La noche del 23 de junio se celebra San Juan. Como marca la tradición se enciende una enorme hoguera en el medio de la plaza y se reparte la típica "coca de Sant Joan".
Las fiestas patronales de Càlig se celebran el mes de agosto en honor al patrón San Lorenzo, el cual se celebra el día 10 de agosto de este mismo mes. Durante diez días se llevan a cabo en nuestro pueblo todo tipo de actos festivos.
El año 2.011 se declaraba la fiesta de la Entrà de bous a l'estil calijó como Fiesta de Interés Turístico Provincial de la Comunidad Valenciana, pasando a ser desde este momento un elemento a destacar de la comarca y de la provincia.
El día de la Mare de Déu del Socors, la fiesta se celebra en la ermita del Socors, a pesar de que actualmente algunos vecinos se reúnen para alargarla durante la víspera y se organizan algunos actos, como bailes y cenas.
Cada mes de diciembre se celebra una feria de navidad en el municipio. Durante un fin de semana se reúnen las diversas empresas locales y exponen sus productos para darlos a conocer entre la población de Càlig y los visitantes.
Una de las características más importantes de la gastronomía caligense es la estrecha relación que mantiene con las fiestas tradicionales. De esta forma, los dulces que encontramos son, por ejemplo, el rollo de San Blas, las cocas de San Antonio, las farinosas y las monas de Pascua, la prima de Santa Catalina y San Nicolás, el mazapán y el turrón de la Fira el Socors o los pastissets de cabello de ángel o de boniato, les primetes, las madalenas, el bizcocho con higos y los brazos de gitano. Actualmente, los hornos y las panaderías del pueblo se han especializado en una amplia variedad de dulces que hacen que la pastelería caligense tenga una muy buena aceptación entre la gente de la comarca.
A parte de estos dulces, que anteriormente se cocinaban en las casas, también podemos encontrar platos de elaboración tradicional y que son comunes en otros pueblos del Maestazgo, como son la olla (mezclada, de garbanzos y judías con cardos), guisados, caldo de rata, sopa escaldada, empedrat, arroz con pelotas, habas ahogadas, suquet de caracoles... y un extenso recetario de cocina que tiene una base muy diversa de productos cultivados en el campo.
La caza, sobretodo de conejos, liebres y aves (tordos, mirlos, chamarices, pinzones, jilgueros...) también forma parte inseparable de la gastronomía caligense. Con las piezas se cocinan gran variedad de platos, acompañados de alioli, picadeta de ajo y perejil o un sofrito de tomate y cebolla.
Además, también encontramos algunas comidas que habitualmente se toman para almorzar, merendar o entre horas, como por ejemplo, el pan con tomate y jamón serrano o panceta, cocs (de tomate, pimentón, de boniato, rápido o benicarlando...), coques (de sal y aceite, secas, de viaje...), rollos de aguardiente y de anís, mantecados, carquinyols...
El vino del Maestrazgo y sus variedades, los siropes y licores de frutas (de granada y membrillo, principalmente) son las bebidas que no faltaban en una buena mesa o como acompañantes del dulce del final de la comida. Esto se entiende porque ya no hay viñedos en el término municipal y se ha perdido la costumbre de elaborar licores y, por tanto, los que se consumen son fabricados en otros pueblos.
En definitiva, la cocina caligense presenta un abanico de platos arraigados al terreno del Maestrazgo, que se encuentran totalmente integrados dentro de la cocina mediterránea.
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