Encontrar la casa perfecta siempre es una tarea costosa y más si tenemos un presupuesto reducido. Cada persona, pareja o familia tiene unas necesidades concretas y no es fácil encontrar la casa que cumpla todos los requisitos, por eso son cada vez más los que deciden apostar por una oportunidad inmobiliaria e invertir parte del dinero en reformarla a su gusto.
Y eso fue lo que decidieron Andrés y Paula. Ella llevaba ya varios años trabajando en la misma empresa y Andrés encontró por fin un nuevo empleo estable cuyas condiciones le permitían plantearse empezar a pagar una hipoteca. Eso sí, una que les permitiera seguir haciendo frente al resto de sus gastos. Paula tuvo que comprarse un coche el año pasado y Andrés está todavía pagando los últimos plazos de la tele que compraron para el comedor hace algunos meses.
Cuando comenzaron a plantearse comprar una vivienda en propiedad, tenían claro que debían pensarlo todo muy bien. No quería salir de su barrio, querían un comedor amplio para poder invitar a los amigos, una terracita que les permitiera desayunar al sol por las mañanas y, por lo menos dos habitaciones. Después de más de 3 años viviendo juntos en un piso de alquiler, había llegado el momento, ¿no?
Empezaron a hacer una búsqueda por Internet pero al ver que nada de lo que encontraban se ajustaba a lo que estaban buscando, decidieron acudir a una agencia inmobiliaria; al fin y al cabo contarle sus inquietudes y sus necesidades a una persona y que ésta gestione personalmente la búsqueda les ahorraría sobresaltos, inconvenientes y bastantes visitas a pisos que luego no se acercaban ni en lo más mínimo a lo que querían. Eso pensaron.
La primera opción fue un piso nuevo. Siendo jóvenes, teniendo toda la vida por delante y planteándose en un futuro no muy lejano ampliar la familia, una casa nueva parecía la mejor opción. Sin embargo, o el precio no se ajustaba a lo que podían pagar, o era demasiado pequeño, o se alejaba demasiado de la zona que les gustaba.
Así que, aunque al principio se resistieron un poco, su agente inmobiliario les aconsejó visitar algunos pisos a reformar con precios que les permitieran invertir en una reforma. No fue fácil encontrar el ideal, imaginarse su vida en un piso con un gotelé vintage, era complicado. Debían echar mano a su imaginación para vislumbrar en lo que podía convertirse; pero eso fue hasta que lo encontraron.
Cuando Andrés entró en el enorme salón comedor, se imaginó viendo Netflix horas y horas en su gran tele tirado en el sofá (tendría que convencer a Paula para que la que aún no habían acabado de pagar, pasara a ser la tele de la habitación, pero sabía que al final lo conseguiría).
Pero la decisión definitiva, la tomaron cuando Jordi, el agente inmobiliario que llevaba semanas buscando el piso perfecto con ellos y al que habían pensado en más de una ocasión que cuando todo terminara debían invitar aunque fuera a un café por todo lo que había tenido que soportar con ellos y su indecisión, abrió el ventanal que comunicaba el comedor con una fantástica terraza. Paula se vio con su café, sentada en una pequeña hamaca leyendo y olvidándose del agobio del trabajo y Andrés invitando a sus amigos a un chuletón a la brasa que haría en su futura barbacoa el primer fin de semana después de instalarse para celebrarlo.
Lo tuvieron claro y Jordi empezó a mover todo para hacer efectiva la compra. Andrés y Paula fueron al banco y pidieron un préstamo hipotecario un poco más elevado para la reforma y empezaron a buscar los materiales y la decoración perfecta para su nuevo hogar. Suelo de parquet, puertas nuevas y gotelé fuera, por favor.
Decidirse por una oportunidad inmobiliaria y reformarla les permitió elegir cada pequeño detalle y personalizar su casa al máximo. Los enchufes e interruptores de la luz, a su gusto, los baños, uno con ducha y otro con bañera para que Paula pudiera darse un baño a lo Pretty Woman los fines de semana y la cocina con grandes fogones de gas, porque Pablo es de los que cree que con luz, la comida no se cocina igual.
Fueron meses duros, porque la espera siempre se hace un poco interminable pero cuando vieron su nueva casa terminada valió la pena. El primero en visitarlo, después de la madre de Paula y la de Andrés que no pudieron esperar ni a que se instalaran, fue Jordi quién les dijo que ni siquiera él había podido imaginarse cuando la vio por primera vez lo bien que podía quedar la reforma de aquella casa. Andrés y Paula no supieron si lo dijo por su vena comercial o porque realmente lo pensaba pero como a ellos les encantaba decidieron creérselo.
Si como Andrés y Paula, tú estás buscando invertir en casas de segunda mano en Castellón para reformarla de acuerdo a tur necesidades, en JBM te ofrecemos el servicio exclusivo de un experto inmobiliario como Jordi que te ayudará a encontrar la oportunidad perfecta.
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