Las nuevas tecnologías han fomentado que muchos trabajemos en casa, por eso es importantísimo que prestes mucha atención a la misma para conseguir que además de bonita te resulte eficiente. Te damos las claves para rendir más y mucho mejor desde casa.
Que no tengas una habitación exclusiva para trabajar o estudiar no es una buena excusa (y lo sabes), más aún cuando siendo ingeniosos se pueden conseguir una zona de estudio más que correcta. Piensa en lo que realmente necesitas y pon ojo avizor para encontrar el lugar más idóneo de tu casa donde conseguirlo. ¿Cuáles son tus herramientas de trabajo? ¿Un ordenador, una mesa no demasiado grande, mucha capacidad para guardar…? Cuando tengas clarísimo lo que necesitas, busca la mesa perfecta. Recuerda que hay soluciones deslizantes, o de abrir y cerrar, muebles 2×1 o armarios que al abrirse descubren una oficina completa. La mejor forma de rendir es comenzando por ser creativo desde el planteamiento de la zona de trabajo.
Seguro que lo has oído un millón de veces, pero es que es fundamental trabajar en la medida de lo posible con luz natural pensando no solo en el ahorro de energía, sino también en la salud de tus ojos. Siempre que puedas sitúa el escritorio junto a una ventana ¿Y qué hacemos cuando desaparezca la luz? Pues pensar en soluciones estéticas y eficientes, en lugar de un flexo sobre la mesa.
Porque la vida real no es una foto de una revista. En tu zona de trabajo cada vez hay menos cables (gracias al wifi), pero aún cuelga alguno por debajo de la mesa que ni es bonito ni relajante. Busca métodos para ocultar todos esos cables y a la vez tener accesibles interruptores o enchufes para la impresora, el scanner y toda la tecnología que acompaña tus horas de trabajo. Recuerda que la zona de trabajo debe de estar lo más despejada posible, pero con tus herramientas de trabajo accesibles.
Para concentrarnos solo en el trabajo y no pensar en lo incómodos que nos sentimos, es muy importante una correcta climatización de tu estudio o rincón de trabajo. Elige el sistema que quieras (caldera de gas natural o biomasa, splits de aire acondicionado frío-calor, radiadores de bajo consumo…), lo que más interese en tu casa y a tu bolsillo teniendo en cuenta la importancia de un consumo responsable.
Si tienes una habitación exclusiva para trabajar será más fácil no meter en ella (o al menos al alcance de tu vista) esas tentaciones que te hacen apartarte del trabajo. Si por el contrario, trabajas en el hueco de la escalera, o en el salón, es un poco más difícil pero no imposible. Delimita tu espacio (usando los muebles y la decoración), y sé muy tajante en cuanto a lo que entra o no entra en tu espacio. Tu mesa es solo tuya, así que nada de trastos de otros, ni cosas que sabes que te van a distraer.
A no ser que tu trabajo te apasione, es muy posible que arrastres los pies de camino a tu mesa de trabajo cada vez que «debas» sentarte en ella. Mientras nos toca la lotería o damos con la clave para reinventarnos y hacer que el trabajo nos haga felices, esfuérzate en decorar tu zona de trabajo de forma que te atraiga. Los tonos blancos y neutros favorecen la concentración, las fotografías de tus viajes permiten los necesarios tiempos de desconexión, y las plantas o elementos decorativos pequeños le dan al espacio un aspecto menos monótono y aburrido.
Hay estudios que demuestran que tener plantas en tu zona de trabajo levanta el animo y fomenta tu entusiasmo. La vegetación aporta calma a nuestro cerebro. No se trata de convertir tu rincón en la nueva «urban jungle», pero si de poner ese puntito verde tan agradable para todos. Las plantas oxigenarán el ambiente y humidificarán el aire. ¿Y qué tipo de plantas? Pues por ejemplo el spatifilium porque neutraliza las ondas electromagnéticas, o los cactus que evitan trastornos como el insomnio o los horribles dolores de cabeza.
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